Imagen Magnolia común (Magnolia grandiflora L.)
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Magnolia común (Magnolia grandiflora L.)

El magnolio o magnolia, como prefieras llamarlo, es un árbol inconfundible. No tienes más que fijarte en su porte, y en sus hojas siempre verdes y brillantes por el haz, como si tuvieran cera y con el envés herrumbroso. Y cuando florece, a partir de mayo y en ocasiones hasta entrado octubre, es de destacar el tamaño y aroma de sus enormes flores blancas. En otoño encontrarás por el suelo sus semillas, similares a una alubia roja aplanada que se habrán desprendido del fruto con forma de piña que las contiene.

Su nombre es un homenaje a Pierre Magnol, botánico francés del siglo XVII que realizó su descripción científica por primera vez.  Sin embargo, a Europa llegó un siglo más tarde procedente del sureste de los Estados Unidos.

En las investigaciones que tratan de reconstruir el ancestro de las plantas con flor que existió hace 140 millones de años conviviendo con los dinosaurios, han llegado a la conclusión que tendría una estructura bastante similar a la flor de la magnolia. Por lo que la familia a la que pertenece, la magnoliácea, es una de las más primitivas de todas las plantas con flor.

Busca en el jardín estos dos familiares: una magnolia de hojas caducas que reconocerás por ser una de las primeras en florecer con sus flores rosadas (M. soulangeana), y el árbol de los tulipanes (Liriodendron tulipifera). Adivina a qué se parecen sus flores verde amarillentas.